martes, 17 de mayo de 2011

¿POR DONDE COMENZAR UNA NOVELA?


     ¡Oh, la primera página! ¡Esos párrafos de entrada que tenemos que rehacer y rehacer tantas veces! Somos conscientes de que son el escaparate de nuestra novela: el posible lector, el posible comprador, el posible editor, tal vez no nos den más ocasiones de atrapar su atención y de demostrarles que sabemos lo que estamos cocinando. Por eso hay que utilizar todas las armas que sepamos manejar en esta primera contienda. ¿Y qué armas pueden ser éstas?

     Ir directamente a la acción: que ante el lector aparezcan personas "haciendo cosas" más que lugares inanimados, y diálogos más que largas introducciones.

     Ir de lo particular a lo general, y no al revés: presentemos primero a nuestro protagonista o personajes principales para que luego, a partir de ellos, veamos las escenas de mundo que les rodea.

     Establecer la época, sobre todo si es una novela histórica. Citar simplemente la fecha es un recurso tosco: el lector se dará cuenta de si lo hacemos por ahorrarnos trabajo; además, puede que una simple fecha no le diga nada: hay que añadir algo que le sitúe, sugerir el ambiente con algunas palabras que den pistas, inmersas en la acción (si se ilumina con velas, qué vivienda habita, si lleva una toga o un traje espacial).

     Crear la atmósfera. Una forma efectiva de hacerlo es utilizando los sentidos: qué olor se percibe, qué sonidos se escuchan, qué tacto tienen las telas, etc.

     Sobre todo al comienzo, para no aburrir al lector, es necesario que las descripciones no sean largas disgresiones, sino que las dosifiquemos a medida que avanza la historia. 

     Sugerir el tema (¿de qué va esta historia?) y el tono (dejar claro si es una comedia o un drama, una narración descarnada o poética, etc.).

     Desencadenar la acción: empezar justo antes de que se produzca una crisis dramática que señala el conflicto que convierte una situación en una historia.

     Atrapar la curiosidad del lector: dar algunos esbozos de lo q va a suceder, crear intriga.

     ¿Difícil saber unir tantos ingredientes? Por supuesto, pero es bueno partir con alguna idea clara de lo que necesitamos, para hacer así lo posible por comenzar con el mejor pie que seamos capaces. También los grandes autores tuvieron sus problemas: si de pronto nos damos cuenta de que nuestra novela no arranca bien porque le sobran los tres primeros capítulos, nos consolará saber que eso ya le ocurrió a Tolstoy con su primera versión de "Ana Karerina". Si pensamos que, de no dar con el comienzo perfecto, nuestra obra será un desastre, fijémonos en Stendhal, que comienza "Rojo y Negro" con la descripción de un personaje secundario o en Flaubert, que comienza "Madame Bovary" con un narrador muy poco creíble.
     Porque, desde luego, ni basta con un buen comienzo (hay algunos muy atractivos que luego decepcionan)  ni un mal comienzo arruina una buena novela.

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