miércoles, 21 de agosto de 2013

SE ALQUILAN TRASTEROS


 

Bajo mi piso se alquilan trasteros.


Tres veces al día oigo el metálico chirriar de las puertas,

tres turnos de gentes que guardan silencio

en idiomas extraños.

Cuatro metros cuadrados

donde la soledad apenas cabe;

cuatro esquinas de un colchón amarillo

donde restañar el miedo, las ausencias y los esqueletos.

Y un cajón de fruta donde guardarlo todo.

Abajo

llora un hombre de voz tan dura como un naufragio, como un desierto, como un baobab.

Gime palabras que suenan a arena removida en los charcos.

El trastero es oscuro, estrecho,

profundo, húmedo,

frío como una tumba

y es su muerte pequeña cada noche

¿Serán tan frías las tumbas?