La SOLEÁ. Una forma estrófica sencilla y popular que nos abre muchas posibilidades en esos escuetos tres versos, donde nos obligamos a que nada sobre ni falte, a ser directos y a sugerir mucho.
En poesía, tenemos algo parecido en el haiku japonés. En narrativa, podríamos equiparlo con el relato hiperbreve. Con el primero, aparte de la forma, comparte el objetivo de crear una imagen o idea que haga pensar al lector; con el segundo, la necesidad de expresarse en muy pocas palabras.
Tradicionalmente, la soleá es una poesía que presenta una contradicción, aparente o de fondo, y bastante ironía. Espero que os gusten estas soleares que he escrito, en las que he intentado tocar varios palos, desde lo más triste hasta lo más jocoso, desde lo más profundo hasta lo más trivial. Teniendo en cuenta que en las soleares, como en la vida misma, podemos reirnos parodiando lo profundo y sacarle miga a lo aparentemente trivial.
1
Verdad, mentira…
las dos son sal que escuece
en las heridas.
2
Retumba el vacío
yo dentro de mi cuarto
y tú en el mío.
3
Será que me hago viejo:
no tengo miedo a los buitres
y me asustan los espejos.
4
Son algunos cariños
cadenas que te muerden
en los tobillos.
5
Si te vas de mi memoria
no esperes ganar el cielo
que ya has perdido la gloria.
6
Con las promesas que hiciste
he llenado un pudridero
donde se sacian los buitres.
7
¿Qué tus amores me cobras?
Anda y tíralo a tu perro
que no son ya más que sobras.
8
Truenos cereza
levanto con mi bocaen tus gemelas.
9
Trueno de espuma
que derramo impacienteentre dos lunas.
10
Trueno de oliva
saborea mi lenguaentre tus ligas
11
Abre un surco de espada
En la canal de mi cuerpo
Sin romperme las entrañas
12
Ya ves si soy puritano
que me he tirado a la Puri
y me he calzado a su hermano.
13
Ay, que de hormigón armado
tú tienes el corazón.
Y tienes también el rabo.
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