martes, 26 de noviembre de 2013

P.D. JAMES NOS CUENTA CÓMO ESCRIBE NOVELA NEGRA


“Todo lo que sé sobre novela negra”

P.D. James 

 
 
Aquí os traigo algunos consejos de la escritora P.D.James sobre lo que debe tener una buena novela. En su caso, habla fundamentalmente de novela negra, pero creo q la mayoría de sus reflexiones se pueden aplicar a cualquier tipo de novela que pretendamos resulte clara y amena.

 
En primer lugar, James da una importancia capital al contexto. Los lectores sumamos nuestra imaginación a la del escritor a partir de sus palabras y descripciones, consiguiendo que nos hagamos una imagen mental propia de las personas y los lugares. El lugar, al fin y al cabo, es donde los personajes representan sus tragicomedias y sólo cuando la acción se halla bien anclada a una realidad física nosotros conseguimos adentrarnos por completo en ese universo que ellos habitan. Si los personajes no resultan convincentes la novela no tiene vida, pero el contexto es donde esas personas viven y desarrollan su historia y nosotros necesitamos ver a través de sus ojos, recorrer sus caminos, habitar sus casas, para conseguir identificarnos con ellos.
Es conveniente que el contexto se nos muestre a través de la percepción interna de algún personaje y no solo mediante la voz del narrador, de tal forma que lugar y personaje interactúen. El contexto puede establecer desde el primer capítulo la atmósfera de la novela (misterio, terror, humor, etc.).

Según algunos autores, en la novela negra el cadáver debe producir impacto no solo por ser un cadáver, sino también porque se encuentre fuera de lugar, en un contexto pacífico y corriente. De esta forma realzamos, por contraste, el sentimiento de peligro y de terror.
En cuanto al “tamaño” de ese contexto, los novelistas de misterio siempre han tendido a situar sus historias en una sociedad cerrada, lo cual tiene sus ventajas: la mancha de sospecha nunca puede extenderse demasiado, si queremos que todos los sospechosos queden bien dibujados y sean verosímiles, por eso muchos novelistas desarrollan sus historias en una pequeña población. Por otro lado, la irritación que puede surgir de la intimidad involuntaria puede suscitar celos, animadversión y resentimientos.


En un sentido más estricto, entendido como las casas que habitan los personajes, el contexto puede decirnos mucho de ellas. Las personas reaccionan a su entorno y se ven influidas por él. Cuando el autor describe una habitación de la casa de la víctima puede darnos muchos datos de ella que servirán como indicios. La misma descripción del hallazgo del cadáver, por tanto, puede ser muy importante en una novela de misterio. Las emociones de ese instante y el lenguaje empleado para transmitirlas deberían reflejar la personalidad de quien encuentra el cuerpo.

El relato detectivesco no es irracional ni romántico, las pistas están ancladas en la realidad y las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Por lo tanto, deberemos documentarnos sobre el país, la época o la sociedad donde transcurren, si no estamos familiarizados con ellas.
El entorno íntimo del detective también es importante. Muchas veces es como el lugar seguro y acogedor de la mente desde el que el lector se aventura al encuentro del asesinato y el peligro, y al que regresa en busca del calor y la comodidad hogareños.

En segundo lugar, deberemos elegir un punto de vista. El problema concreto en las novelas de misterio es que, según la tradición, jamás debe permitirse al lector seguir los pensamientos del asesino. Sin embargo, sabemos que se pueden ensayar excepciones a la regla, a pesar de la dificultad de hacerlo de otro modo.
El narrador en primera persona tiene la ventaja de la cercanía y de la identificación y la empatía del lector. También da mayor verosimilitud al relato. La desventaja es que el lector sólo sabe lo que sabe el narrador y sólo experimenta sus vivencias. Un tipo intermedio sería el de Watson, narrador no protagonista. Su visión es menos restrictiva, aunque corremos el peligro de que el personaje se vuelva demasiado importante e interesante.
También podemos narrar la historia a través de cartas, o de las voces de otros personajes. El punto de vista que utiliza la autora se divide entre el narrador, que registra los sucesos con cierta distancia, y la mente de los diferentes personajes para ver a través de sus ojos, expresar sus emociones y oír sus palabras. La novela así gana en complejidad, además de poder introducir unos toques de ironía. Aún así, lo que nunca conviene es cambiar el punto de vista dentro del mismo capítulo.

D.L. Sayers, en “Los documentos del caso” narra la historia a través de varias cartas de un joven que vive en la misma casa que el matrimonio protagonista, otros de los implicados, el asesino y los informes de prensa donde se exponen de manera detallada las pruebas reunidas durante la investigación.
En cuanto al aspecto estructural la novela negra presenta problemas técnicos relativos a la construcción de una trama que sea verosímil y emocionante, en un entorno que resulte real a los lectores, y con personajes creíbles que afrontan el trauma de una investigación policial. De esta manera, para la autora representa un aprendizaje ideal para alguien que pretenda ser un novelista bueno y serio.

Respecto a los personajes, la primera elección suele ser la del detective: si es profesional o aficionado, su sexo, si tiene un carácter excéntrico o realista, y dotarle de características que le hagan atrayente para el lector. Otro personaje importante y que, se desarrolle o no, debe estar plenamente “vivo” y tangible, es la víctima, ya que es el catalizador del núcleo de la novela y muere por ser quién es, por ser lo que es y estar donde está, y por el poder destructivo que ejerce sobre la vida de, al menos, un enemigo desesperado.  No conviene tener más de cinco sospechosos, porque serían difíciles de manejar; el deseo de vengar, proteger o salvar a alguien muy querido siempre constituye un móvil creíble y un tipo de asesino hacia el que podríamos sentir cierta simpatía. Uno de los mayores atractivos del género es que estudia un grupo de seres humanos sometidos al estrés de una investigación que los desnuda.



 
 

 

 

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