Os adelanto un poema de mi último proyecto, basado en los días de la semana. Ya sabéis, el lunes parece ser siempre el más antipático. No es nada personal.
MALDITO LUNES
Los lunes caen sobre
mí como un torrente de agua sucia,
arrastrando la
ginebra y los besos
que acumulo
en noches de sábado y
en domingos de sol.
Los lunes acampan sapos
en mis zapatillas,
se asalvaja el
despertador doméstico,
y tengo serios
problemas para decidir
entre la falda verde
y la soga de quince hebras.
Los lunes son una
playa sin bandera azul
donde la marea amontona
cadáveres de delfines,
madejas de tendones
del último verano
tablas donde los
erizos acechan.
Los lunes, la megafonía
del metro llueve
su “Próxima estación, Plaza de España”,
sobre el deseo, la
cajera, el oficinista,
con municipal indiferencia
por los sentimientos ajenos.
Los lunes, sin
licencia editorial,
las poetas
americanas fornican y se suicidan
indistintamente,
y yo vuelvo a ser débil
despojo
en el espejo de
María Fatalidades.
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