Manhatan es el puerto donde encallan los fugitivos. Llegan a miles en galeones y carabelas, en las páginas ambarinas que se escriben con el pensamiento, entre los grilletes de las bodegas o a brazo partido. Son tulipanes o navajas, biblias o escorbuto; son botellas a la deriva con mensajes que solo entienden los náufragos; son bancos de medusas hipnotizadas por el cielo amarillo traidor de Manhatan.
El mismo cielo amarillo que me delata, me esconde. Manhatan es la isla con forma de botella; entre sus paredes de agua soy el mensaje cifrado de los camaleones. Recorro sus colinas a grandes zancadas, sudoroso, inagotable, como ya recorrí las de Roma y las montañas de hielo del inhóspito Walhalla. La esperanza es una soga más tortuosa que la horca. No hay salida cuando el cazador y la presa son el mismo hombre.
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