Venga, se acabaron las vacaciones. Pongamos en pie todos esos proyectos que hemos ido forjando en la cabeza mientras descansabámos, nos divertíamos, sudábamos... y pensábamos que deberíamos de estar escribriendo. Desengáñate: si escribir es tu pasión no vas a librarte de ella tan fácilmente. Es una maldición y una salvación, como dice CLARICE LISPECTOR:
"Dije una vez que escribir era una maldición. No me acuerdo exactamente por qué lo dije, y con sinceridad hoy repito: es una maldición, pero una maldición que salva.
Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es casi imposible librarse, pues nada lo sustituye. Y es una salvación.
Salva el alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. Escribir es buscar, entender, es buscar reproducir lo irreproducible, y sentir hasta las últimas consecuencias el sentimiento que permanecería apenas vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida".
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