miércoles, 8 de octubre de 2014

VOCES DEL EXTREMO MADRID 2014

 

Emocionante y enriquecedor encuentro de poesía, poetas y público en torno a la poesía social, el que tuvo lugar este último fin de semana en Madrid. Un orgullo poder participar en él. Gracias a los organizadores por la invitación y por incluirme en el volumen antología editado por la editorial
Amargord.
El poema con el que participo, "Vienen sangrando", está hoy más que nunca de (triste) actualidad con el asunto del ébola. Creemos que podemos dar la espalda a esa parte del mundo que se desangra, como si las fronteras fuesen otra cosa que convencionalismos que intentan separar a una única Humanidad y como si su dolor no fuese a tocarnos nunca, a hacer tambalear nuestra comodidad, a manchar nuestro egoísmo, a herirnos también.

 

VIENEN SANGRANDO








Viajeros invisibles de la ciudad subterránea
vienen sangrando.

Viene Jamal,  con las prietas carnes de la liebre a quien persiguen los galgos
a través del muro, a través del Estrecho, a través de la miseria.
Viene Katya, con los muslos marcados
por los dientes de sus dueños de alquiler

y el hígado roído por el hambre de su perpetuo amo.

Viene María Elena, vertiendo bajo su delantal de niña rota

babas de viejo, y fetos callados.

Viene Máximo, en los bolsillos su cartilla del desempleo,

entre los dedos seis lustros de callos,

haciendo equilibrios sobre los raíles mohosos de un tren de cercanías.

Viene mi tía Maribel con el vientre ajado

después de parir cuatro alacranes.

Viene el perro que fue abandonado

en cualquier gasolinera,

el viejo perdido en un supermercado,

una revolución olvidada en una cinta de cassette.

 
Algunos vienen sangrando.
Otros, no. Indiferencia.

O un levísimo rechinar de dientes que nos salva los ojos girando

hacia el mar, hacia los golpes mecánicos del limpiaparabrisas, hacia el neón de los bares.

Pero ellos, invisibles aún, vienen sangrando.

Pasan por las avenidas y las iglesias, por los cines de estreno,

por las alfombras pálidas de los burdeles caros,

por los escaparates de las relojerías  donde se vende el tiempo que no les pertenece.

 
Vienen sangrando,
a través de las noches de lluvia y de los días de asma,

dejando un reguero de sangre obstinado

sobre el que flotan el polen y los insectos.

 
Vienen sangrando,

y su sangre se irá esparciendo por los parques,

y correrá bajo las torres modernistas y los puentes romanos

y quemará las cosechas de trigo, las raíces de los rascacielos, el alma de las hormigas, la sombra de las catedrales.

Hasta que sepamos
que esa sangre es nuestra sangre.

 

 

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