Humanidad,
personalidad, motivación. Hasta ahora hemos ido viendo que estas características deben
tenerlas todos los personajes, si quieren parecer personas, y que el autor
les da vida a través de lo que hacen, dicen y piensan, y de cómo se relacionan
con el resto de los personajes que viven en su mundo de papel.
Pero
el personaje también se define por su relación con las cosas,
aparentemente sin importancia, que le rodean. Cómo le afecta el paso del tiempo
o de las estaciones, qué objetos le rodean, cómo es su casa, en qué
entorno se mueve, qué ropa viste, qué sensación despierta en él determinado
olor, compañía, paisaje, como cambia la forma de ver lo que le
rodea en función de su estado de ánimo... ¡y muchas cosas más!
Podríamos
hablar mucho acerca de MADAME BOVARY, otro de los personajes más vivos de la
literatura, pero la he reservado para este punto, porque Flaubert, a
quien lo gustan tanto las descripciones, nos lo pone muy fácil a la hora de
buscar ejemplos.
Tomemos
dos, de los muchos que podríamos elegir:Primero, veamos cómo se aburre Emma en su mundo pequeño y provinciano. Aquí tenemos un , un jardín inmóvil, silencioso, triste y feo, como la vida real de Emma:
jardín que es todo aburrimiento
“No se oían pájaros, todo parecía dormir, el espaldar cubierto de paja y la parra como una gran serpiente enferma bajo la albardilla del muro, donde, acercándose, se veía una cochinilla de muchas patas. En las piceas, junto al seto, el cura de tricornio, que leía el breviario, había perdido el pie derecho, y hasta el yeso, desconchándose con la helada, le había puesto en la cara una sarna blanca”.
Ahora veamos cómo
se figura Emma la felicidad, el mundo y el amor ideales en el que
desea vivir: En este texto sería un viaje continuo, romántico y lleno de
cosas hermosas, como ella desea que sea su vida:
“Al galope de cuatro
caballos, la llevaban desde hacía ocho días hacia un país nuevo, de donde no
volverían nunca. Caminaban, caminaban, cogidos del brazo, sin hablar. De vez en
cuando divisaban de pronto, desde lo alto de una montaña, una ciudad espléndida
con cúpulas, puentes, navíos bosques de limoneros y catedrales de mármol
blanco, en cuyos puntiagudos campanarios se veían nidos de cigüeña.”
¿Tienen
realmente importancia el triste jardín o
el viaje soñado para que Emma y su historia se conviertan en algo real? Por
supuesto. Después de todo es precisamente el choque entre el mundo real y el
que sueña vivir el conflicto que la llevará al suicidio.
Emma
Bovary: aquí tenemos un gran personaje de mujer , escrito por un hombre.
El propio Flaubert dijo "Madame Bovary cést moi" , hasta tal punto había puesto su experiencia humana en su personaje, aunque no compartiera con ella edad, profesión, sexo, y se sentía capaz de ponerse en el lugar de su protagonista.
Y también, si damos marcha atrás, recordaremos que, en anteriores entregas, nos hemos
encontrado con una señora inglesa que se pone en la piel de un monstruo, y con
un cantor griego, probablemente ciego y analfabeto, que dio vida a un
mundo lleno de imágenes y hermosas palabras.
¿Qué
conclusión podemos sacar de esto? La de que no hay que hacer caso cuando nos
dicen que un escritor sólo puede escribir sobre lo que siente o lo que es:
el buen escritor de novela, el buen creador de personajes vivos, no lo es
porque haya tenido una vida más interesante que el resto de los mortales, sino
por otras virtudes: Capacidad de observación, imaginación y el arte de
trabajar las palabras hasta conseguir crear con ellas un personaje real que viva
dentro de un libro...
Gustave Flaubert |
Si
sospecha que ese personaje va a vivir más años que él mismo, se sentirá feliz,
como el padre que aspira a que su hijo viva muchos, muchos más años que
él. Seguramente Flaubert no imagino que Madame Bovary le sobreviviría tantos.
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