martes, 11 de diciembre de 2012

CINCUENTA (Y TANTAS) SOMBRAS DE GREY



Este verano  las bolsas de playa iban reventonas, con cincuenta sombras de Grey, o alguno de sus plus, dentro. No hablo hoy de estas novelas por sus interés literario, más que discutible (mejor dicho: literariamente es indiscutiblemente aburrido y plano), sino por lo que ha tenido de fenómeno social. Parece que legiones de  mujeres de todas las edades, y aún más las maduras, sienten un resurgir sexual, una curiosidad erótica y se enteran de “cosas que no sabían ni que existían”. Bienvenido sea todo descubrimiento, todo aprendizaje, toda ruptura de tabús,  lo que nos haga seres más abiertos, más capaces de dar placer y de recibirlo.
Pero (¿es que tengo que ponerle un pero a todo?) me pregunto si la historia de “Cincuenta sombras…” no tiene un trasfondo de cuento de hadas demasiado evidente. ¿Asombrosa mezcla Sade-Disney? De asombrosa, nada. A poco que miremos un kiosko de prensa encontraremos docenas de novelas románticas con portadas, títulos y contenidos capaces de humedecer cualquier recoveco. Eso sí: condesas y piratas, ejecutivas exitosas y macizos presidentes de multinacional. Nada de carteros y porteras, de oficinistas y maestras. Nada de gente corriente, oiga usted, faltaría más.
Así las cosas, nos encontramos en “Cincuenta sombras…” una novela que pretende ser rompedora, subversiva, descarada…, y se queda en el voy-a-hacer-como-si-lo-fuese. Cierto, describe “perversiones” sexuales; sin embargo, esas “perversiones” (más bien lights, realmente) son aceptadas por la protagonista porque está enamorada. Es una bellísima doncella a quien un bellísimo multimillonario sumerge en laberintos de deseos prohibidos, acabando por enamorarse de ella. La bella y pura redime así al malo-malote, que es un destino irresistible para una mujer, donde los haya.
¿Sadomasoquismo?… venga, vale: pero solo si es por amor, que de lo que vamos es de redentoras, no de viciosas.
¿Deseo irresistible? Solo si eres joven y guapa, y si el otro lo es, y si es un seductor irresistible que te baña en champán, te lleva a la manicura en limousina y te ata a la pata de la cama con cadenas de oro y Swarosky.
¿Llegar al culmen del placer? Eso, para los que no tienen las preocupaciones de la gente corriente, los niños en el cuarto de al lado, la ropa por tender,  pensar en llegar a final de mes, ni en zurzirse los corpiños viejos.
En resumen: estupendo, si este libro y sus secuelas, que ya van siendo tantas como las de “Amanecer” (a quien daremos leña otro día) sirven para reactivar la curiosidad erótica y la práctica; esta sociedad estresada y en crisis necesita relajarse, jugar y darse una alegría (que, por cierto, encontrando la persona adecuada, es una actividad de ocio y salud bien barata). Pero no nos dejemos impresionar por el envoltorio de tópicos:
El placer no es patrimonio de los ricos; todos tenemos un cuerpo y una mente capaces de llevarnos a cualquier cima.
No está reservado a los guapos: todos hemos sentido alguna vez que el ser a quien amamos es el más bello del mundo… aunque los espejos no opinasen lo mismo.
No es algo reservado  a los jóvenes: mucha gente encuentra una explosión sexual en su vida que nunca esperaron pasados los cuarenta, pasados los cincuenta, los sesenta… en cualquier momento, mientras que uno siga dispuesto a continuar viviendo, descubriendo, sintiendo, rebasando límites, aprendiendo.
Utilicemos estas novelas para explorar, jugar, imaginar, dar motivo a los arrebatos más locos, sorprender al otro. Nunca dejemos que nos coloquen en el papel de simples espectadores. Convirtámonos en los protagonistas de nuestra propia novela erótica.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario