¿En cuantas ocasiones no intentamos abarcar demasiado? ¿En cuantas ocasiones no nos sentimos obligados (por la sociedad, por lo que se espera de nosotros, por compasión, por culpa, por demostrarnos algo) a cargar con piedras que nos ahogan? De eso va este poema.
He renunciado a llevar piedra más grande
No volveré a conmoverme
por el coral que abandonan las mareas,
ni por el canto que me amó en una playa africana,
ni por la tiza que marcaba líneas hacia el cielo
sobre la punta de mis zapatos de escuela.
El camino es inseguro
y aún así
he renunciado a llevar piedra más grande
de la que cabe en mi mano.
en la caliza perforada de siglos
ni me dejaré engañar por la insistencia mineral del musgo
ni arrancaré el mármol de aquellas tumbas
que una vez me cobijaron.
He de fijar mis ladrillos uno a uno
con la humilde grava del silencio:
el asfalto disfraza sus abismos,
y en la cima de los rascacielos se anuncian
gigantes de feldespato y mica.
Aun así
no llevaré piedra más grande
María te felicito por tu buen ánimo. La pasión por la lectura rezuma en tu espacio.
ResponderEliminarNo se cómo he llegado a entrar aquí. El laberinto de Internet me trajo a este bello lugar.
"He renunciado a llevar piedra más grande
de la que cabe en mi mano": ¡QUÉ BUEN CONSEJO!
Mi experiencia como escritora es muy sencilla y, por ahora feliz. Ni siquiera me identifico conmigo misma cuando he dicho "escritora".
Tal vez porque lo he sido inducida a ello, invitada. Y dije si.
"La llevaré al silencio", esa es mi experiencia espiritual puesta torpemente por escrito.
Un saludo. Belén
Muchas gracias, Belén. Que las emociones q transmitimos en un poema lleguen al otro es uno de los motivo de escribir. Otro es, como dices, esa especie de experiencia espiritual: ese explorar el mundo, al otro y a nosotros mismos en la intimidad y la libertad del silencio y la palabra, q forman el poema.
ResponderEliminarSuerte, escritora. Y, sobre todo, sigue disfrutando.