SONETO
REVOLUCIODARÍO
Revolución, clamor
errático, vigor fiero
que sume a las
naciones en sangre, cisco y leches,
y a doncellas con
cisnes en coito anal fraterno.
Nuestro el craso
poder del cabreado silvestre.
Fuera reyes,
cleptómanos, dioses y trileros.
Lo que revolución no
fuera, fuera se fuese
y el hiperglandulado
germanísimo fuero
y su puta materna y
sus urnas de dos fuelles.
Nuestra furia
aniquile a San Dorado Carnero
y reviente cual
pústulas sebáceas, ¡qué asco!
a esos los
rasputines que nos chupan el frasco.
A las barricadas,
las facas, los mondadientes,
que de escudo en
vanguardia llevamos a los pávidos
y a los que pasaban
por aquí a comprar tabaco.