“A veces llegan cartas”, decía la canción. Otras, no llegan. No salen del buzón del remitente, porque su destino no es el que sugiere el encabezado; su destino es literario y la literatura no es de nadie, es de todos. Cartas que nos escribimos a nosotros mismos o que nunca nos atrevimos a enviar. Cartas que nunca serían abiertas o cuyos destinatarios sólo existen en el mundo de los sueños. Cartas que definen al personaje que las escribe o que suscitan en el lector la emoción de compartir un secreto.
¿Qué atractivo tiene un relato, una poesía, un fragmento de estas características? Tal vez que, al utilizar la segunda persona, sentimos a los personajes más cercanos. Y que entramos en su intimidad, somos esos espías que leemos la carta que no nos pertenece; o descubrimos, sorprendidos, que estaba escrita precisamente para nosotros.
Hoy día, cuando ya nadie escribe cartas con sobre y sello, alguien sugirió que la literatura epistolar estaba pasada de moda. Sin embargo, ¿no es ahora cuando más “cartas” se escriben, aunque hayamos pasado del buzón de correos al del ordenador? ¿no recibimos o enviamos cada uno de nosotros, a diario, alguna de ellas? Podríamos empezar a hacer “literatura del correo electrónico”. Es un campo tan abierto a la creatividad y a la poesía de la vida corriente como aún no podemos sospechar. ¿Te atreves a recoger el desafío?
Hoy día, cuando ya nadie escribe cartas con sobre y sello, alguien sugirió que la literatura epistolar estaba pasada de moda. Sin embargo, ¿no es ahora cuando más “cartas” se escriben, aunque hayamos pasado del buzón de correos al del ordenador? ¿no recibimos o enviamos cada uno de nosotros, a diario, alguna de ellas? Podríamos empezar a hacer “literatura del correo electrónico”. Es un campo tan abierto a la creatividad y a la poesía de la vida corriente como aún no podemos sospechar. ¿Te atreves a recoger el desafío?
“Ya sé que tú y tus amigos os reís de mí, pero a fin de cuentas, yo soy más realista que vosotros. Yo también quiero hacer la revolución, pero dentro de una comunidad más pequeña. Y ya lo verás, yo todavía haré la mía, y vosotros no haréis la vuestra” Bernardo Atxaga.
“Una carta, incluso la más larga, nos obliga a simplificar lo que no debiera simplificarse: ¡nos expresamos siempre con tan poca claridad cuando tratamos de hacerlo de una forma completa!” Marguerite Yourcenar.
“Desde hace tres años, han sumido ustedes en la noche nuestras ciudades y nuestros corazones. Me imagino su sonrisa.” Albert Camus.
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